Hidrocefalia: diagnóstico y tratamiento quirúrgico

¿Qué es la hidrocefalia y cómo se trata quirúrgicamente?

La hidrocefalia es una condición neurológica en la que se acumula una cantidad excesiva de líquido cefalorraquídeo (LCR) en el cerebro. Este líquido normalmente circula por el sistema ventricular y el espacio que rodea el cerebro y la médula espinal, pero cuando su flujo se interrumpe o su producción supera la absorción, provoca un aumento de presión dentro del cráneo.

¿Cuáles son los síntomas de la hidrocefalia?

Los síntomas pueden variar según la edad del paciente y la rapidez con que se acumule el líquido. En bebés, puede observarse un aumento anormal del tamaño de la cabeza. En niños y adultos, los signos más comunes incluyen:

  • Dolores de cabeza frecuentes.
  • Náuseas y vómitos.
  • Problemas de equilibrio o marcha.
  • Dificultades de memoria o concentración.
  • Cambios en la visión o el comportamiento.

En casos graves, puede haber pérdida de conciencia y daño neurológico si no se trata a tiempo.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico se basa en la evaluación clínica y en estudios de imagen como la tomografía axial computarizada (TAC) o la resonancia magnética (RM), que permiten observar el tamaño de los ventrículos cerebrales y detectar signos de presión elevada. En algunos casos se pueden realizar pruebas de punción lumbar para analizar el LCR.

¿Cuál es el tratamiento quirúrgico?

El tratamiento más común es la colocación de una derivación o válvula (shunt), un sistema que redirige el exceso de LCR desde el cerebro hacia otra parte del cuerpo, como el abdomen, donde puede ser absorbido. Otra opción es la ventriculostomía endoscópica, una técnica mínimamente invasiva que crea una vía de drenaje interna en el cerebro, sin necesidad de colocar una válvula permanente.

Datos clave

La hidrocefalia puede afectar a personas de cualquier edad, desde recién nacidos hasta adultos mayores. Si se detecta a tiempo, el tratamiento quirúrgico permite aliviar los síntomas y prevenir complicaciones graves. Es fundamental un seguimiento médico posterior, ya que los sistemas de derivación pueden requerir ajustes o revisiones a lo largo del tiempo. Consultar a un neurocirujano especializado es clave para obtener un diagnóstico preciso y planificar la mejor opción de tratamiento.